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domingo, 11 de noviembre de 2012

La influencia de una hormona de la saciedad en la salud femenina


En Suecia, un equipo de investigadores ha descubierto que la neurotensina, una hormona de la saciedad secretada en el encéfalo y el intestino humano y que circula por el torrente sanguíneo, podría ser un factor de riesgo de infarto de miocardio, cáncer de pecho y diabetes en las mujeres.
Publicado en Journal of the American Medical Association (JAMA), el estudio también saca a relucir un vínculo entre la neurotensina y la muerte prematura en las mujeres, siendo la enfermedad cardiovascular una de las causas más notables. Este trabajo arroja indicios nuevos de utilidad para las investigaciones dedicadas a los tratamientos preventivos y la evaluación de riesgos.
En opinión del autor principal, Olle Melander, profesor del Departamento de Ciencias Clínicas de la Universidad de Lund y consultor en el Hospital Universitario de Escania (Suecia): «No esperábamos hallar un vínculo tan claro con el riesgo de diabetes de tipo 2 y de enfermedad cardiovascular, ni tampoco de cáncer de pecho. La obesidad es un factor de riesgo común para las tres patologías, pero esta conexión con la neurotensina no se puede achacar a la obesidad ni a otros factores de riesgo ya conocidos.»
Investigaciones anteriores han revelado que esta hormona cumple determinada función en la digestión y en el dolor en el tracto gastrointestinal. Al inyectar neurotensina a animales, se observó la alteración de sus hábitos alimentarios.
Según otro de los autores, la profesora Marju Orho-Melander del Departamento de Ciencias Químicas de la Universidad de Lund: «Es la primera vez que se relaciona una hormona de la saciedad con estas tres afecciones comunes en las mujeres. Por tanto esto abre un nuevo campo en el que seguir investigando tratamientos preventivos y métodos de evaluación de riesgos.»
Los investigadores destacan lo curioso de que estos hallazgos sean válidos únicamente para las mujeres. Pese a la abundancia de información científica sobre el cáncer de pecho, son escasos los datos de los que se dispone acerca del desarrollo de las enfermedades cardiovasculares en las personas de este sexo.
En opinión de los investigadores, la fuerte asociación existente entre las neurotensina y estas patologías en las mujeres repercute en su esperanza de vida. Este vínculo, añaden, refuerza la hipótesis de que la neurotensina podría emplearse como marcador de riesgo clínico de estas dolencias. Asimismo, estos descubrimientos ofrecen a la comunidad médica nuevas oportunidades para la pronta identificación de aquellas mujeres que presentan mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Los factores de riesgo conocidos en la actualidad no bastan para predecir cuándo se producirán estas enfermedades en las mujeres. Estos hallazgos podrían posibilitar una iniciación más temprana de tratamientos preventivos.
«Puesto que la hormona circula por el organismo en el torrente sanguíneo, su concentración se puede medir con un simple análisis de sangre, toda una ventaja», apuntó Melander.
Los autores examinaron muestras sanguíneas de más de 4 600 personas que participaron en el estudio sobre dieta y cáncer de Malmö, en Suecia. Todos los participantes dieron muestras de sangre a lo largo de varios años, lo que permitió descubrir la conexión entre la concentración de neurotensina y la posterior incidencia de una de las tres patologías mencionadas en mujeres.
Seguir una dieta baja en grasas puede ayudar a reducir la producción de neurotensina, lo que a su vez podría regular la concentración de esta hormona, afirman los investigadores. No obstante matizan que, para que la neurotensina sirva como diana de un tratamiento, antes se debe determinar la relación causal y opinan que los estudios genéticos actuales podrían resultar de utilidad para esclarecer dicha relación.

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