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martes, 20 de noviembre de 2012

Descifrando la relación entre memoria y emociones

Gina Quirarte, examina cómo algunas hormonas participan en la consolidación de la memoria originada durante experiencias emotivas

Las experiencias con una carga emocional son generalmente mejor recordadas que las triviales.
Por ejemplo, narramos con precisión un aparatoso accidente de la infancia o una fiesta de graduación, pero se nos dificulta detallar el desayuno de hace un par de días.
Los estudios hechos en roedores indican que esto ocurre por la acción de las hormonas liberadas durante episodios cargados de emoción sobre determinadas regiones del cerebro.
Ahí, las neuronas tienen en su superficie moléculas receptoras a estas hormonas, que al activarse, desencadenan procesos celulares que culminan en la consolidación de la memoria.
Las principales estructuras cerebrales donde se habían analizado estos mecanismos son la amígdala (encargada del procesamiento y almacenamiento de las emociones) y el hipocampo (relacionado con la ubicación espacial). Un equipo de investigadores del Instituto de Neurobiología de la Universidad Nacional Autónoma de México, dio a conocer en 2007 que dos tipos de sustancias liberadas, una hormona glucocorticoide y un neurotransmisor, la acetilcolina, también tienen efectos sobre el núcleo estriado (estructura comúnmente relacionada con el control motor del cuerpo). En otras palabras, el estriado también participa en la consolidación de la memoria emocional.

  A mediados de este año, el equipo publicó un trabajo en la revista Frontiers in Behavioral Neuroscience.

En este estudio demuestran que cuando ponen a ratas en una tarea de aprendizaje con una carga emocional negativa (en particular, que aprendan a evitar un choque eléctrico en sus patas), el almacenamiento de la experiencia en el estriado se facilita por interacciones entre las dos hormonas, en este caso, producidas por el estrés.
De acuerdo con la doctora Gina Quirarte, quien ha dirigido dichos estudios, sus hallazgos son relevantes porque hay evidencia de que el estriado también participa en la formación de la memoria de procedimiento (en los humanos, por ejemplo, aquella que nos permite recordar cómo amarrar una agujeta) y de la memoria a largo plazo (como los hábitos).
En todos sus experimentos, primero hicieron que las ratas realizaran una tarea; las colocaron individualmente en una caja con dos compartimentos separados por una puerta que al ser levantada, permitía el paso del animal al otro extremo, donde recibía una corriente eléctrica en sus patas.
En seguida, a un grupo le inyectaron directamente en el núcleo estriado pequeñas dosis de una sustancia que se une al receptor de la acetilcolina y potencia sus efectos.
Dos días después de poner nuevamente a la rata en la caja, observaron que su aprendizaje era mejor respecto al de otras que no recibieron el tratamiento.
A un segundo grupo le dieron el mismo tratamiento, pero también inyectaron una sustancia que bloquea la acción de los glucocorticoides.

En estos casos observaron que la memoria no mejoraba, pues los animales aún pasaban al lado de la caja donde recibían el choque.

A las ratas del tercer grupo les inyectaron un glucocorticoide adicional al que ya habían producido durante el aprendizaje, junto con una sustancia que bloquea la acción de la acetilcolina.
Como en el caso anterior, tampoco se mejoró la consolidación del aprendizaje en memoria.
Gina Quirarte, integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, aclaró que aún falta detallar mucho más cómo ocurren estos mecanismos y si hay otras hormonas involucradas.
"Mi laboratorio maneja técnicas conductuales como primera intención; falta hacer estudios bioquímicos para ver si los receptores de ambas hormonas están localizados en la misma neurona y ahí ocurre la interacción, o si esta sucede cuando una neurona que tiene el receptor para un neurotransmisor (la acetilcolina) se conecta a otra con receptor para glucocorticoide”.
Aunque su equipo de trabajo no está enfocado a la investigación clínica, afirmó Quirarte, sus estudios podrían tener un papel significativo en la creación de terapias dirigidas a mejorar o empeorar la capacidad de aprendizaje y memorización mediante fármacos que surtieran efectos parecidos a los de las sustancias que ellos utilizaron, y reforzando con experiencias positivas o negativas.

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